sábado, 29 de enero de 2011

Sólo atiende a la pantalla del procesador...

-"La más reciente fue la de hace dos semanas. Usted me mandó una pomada tópica que por cierto cuando me la unto me arde y por eso la dejé de usar."
-"¿mjhaaa?" - mueve ligeramente la cabeza.
-"Sí, de verdad que ya estoy preocupada porque creo que cada semana me pasa algo diferente..."

-"Se tomará una cada seis horas" -dice mientras anota en la receta- "Esperaremos los resultados de los análisis. ¿Cuándo le tocan?"
-"En la siguiente semana. Por cierto, cuando deba hacerlos ¿suspendo las pastillas?"
Mueve la cabeza en señal de afirmación mientras sigue mirando el procesador -"Acá tiene"
-" Gracias".

Cuando se tiene angustia por un malestar corporal lo que se quiere tener a la mano es un buen doctor y, por supuesto, dinero para pagarlo. Si esos dos detalles fallan pues no le queda a uno de otra: el Imss.
En la clínica 2 de  Puebla aparece en la entrada una manta que informa sobre las nuevas adquisiciones de aparatos radiológicos. Lo cual es bueno, puesto que ayudará a que los diagnósticos médicos sean certeros. Sin embargo, las novedades médicas se reflejan mínimas comparadas con  la cantidad de derechohabientes que  sobrepasa a la cantidad del personal médico por lo que  resultan insuficientes los tiempos que ellos brindan para una consulta digna, pues a lo mucho se tardan con un paciente un aproximado de 10 minutos, sino es que menos. Lo anterior se reconoce pues la secretaria lo dice al momento de dar la tarjeta de citas: "Rosa a las 2:00; Bernardo a las  2:10; Fabián a las 2:20..."

Ahora bien, si al menos los doctores te vieran a los ojos, te auscultaran para dar un diagnóstico preciso, te preguntarán cúál es tu estilo de vida, qué haces diariamente, en dónde convives, con quién vives. No sé, quizá en la pantalla de su computadora se encuentran las claves maestras que diagnostican más rápido que ellos, les dan indicio de las posibles enfermedades del momento; quizá la tecnología ha llegado tan lejos que da resultados al instante y yo pidiendo más humanidad de mi doctora. Soy quejumbrosa. 

Otro aspecto que me ocupa son los medicamentos, desconozco cuáles tienen a la mano para sanar al paciente: paracetamol, acetonida con fluocinolona, butilhioscina...son los que pude ver que le dieron a la mayoría de la gente en la farmacia. Quizá todos estaban enfermos de lo mismo y yo con mis sospechas absurdas. Sí soy quejumbrosa, creo que sí.

Recuerdo que a principios de este mes, precisamente cuando la médico me recetó butilhioscina, el encargado de farmacia me dio una medicina que se llama difloxacilina. Al percatarme del cambio de medicina, regresé con la doctora y disipó mis sospechas, efectivamente el encargado se equivocó. Expuse mi malestar con el farmacéutico, pidió disculpas, claro, pero aún me pregunto: ¿qué hubiera pasado si no me hubiera percatado?, ¿qué pasa con la gente que desconoce las fórmulas de los medicamentos y se los lleva a casa?

Quiero evitar ser temerosa, pero en los últimos dos meses he ido a dicha clínica por el  mismo síntoma en cuatro ocasiones y he recibido medicamentos distintos. ¿Miedo? Sí. ¿Pánico? Ya me acostumbré. Los pocos integrantes del servicio  médico y el poco tiempo para un diagnóstico preciso son él resultado de un programa que ya es caduco y requiere una modernización de raíz. 
En uno de los periódicos murales se pueden leer los derechos de los pacientes entre ellos uno que dice: "Tienen derecho a una segunda opinión". Espero que me la hagan válida antes de que empiece a escribir mi epitafio.

2 comentarios:

  1. Bueno, qué te digo...
    aveces creo que los remedios caseros son mejores que ir al IMSS. Aunque hay algo que no podemos negar: los costos por servicio médico son demasiado elevados y en casos de operaciones el seguro saca la casta, claro también es verdad que cuando llega la operación el paciente ya está en etapa terminal...
    Me gusta tu texto... (Y)

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  2. Ese panorama es desolador, pero siempre te puede ir peor, ya que muchas veces las consultas sobrepasan el número y te regresan a tu casa.

    En otros casos te dicen: no tenemos disponibles los medicamentos.

    Fuera del Imss, en dónde está la mujer de pecho
    esnudo debería decir con letras de oro: Enfermo que come y mea el diablo que se lo crea.

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